La Frivolidad de la Vida
Este fin de semana al transitar por la ciudad, se pudo observar una estampa urbana por demás curiosa: una limusina party. En ella, se podían observar niñas paseando por las calles y avenidas de la ciudad con música moderna a decibeles altos y como simulando una discoteca ambulante, subían y bajaban los vidrios, quien sabe con qué tanta seguridad y si ellas estuvieran acompañadas por alguna persona adulta. Desconozco desde cuando este servicio de diversión se presta en Aguascalientes.
No cabe duda que esta emulación de diversión proveniente de los Estados Unidos, actualiza “La fábula de las abejas, o cómo los vicios privados hacen la prosperidad pública”, de Bernard Mandeville, escrita en 1714. Y es que al ver algo quizás hasta ingenuo, pero no por ello, una estampa llena de frivolidad urbana típica de los tiempos modernos, estemos mandando un mensaje de valores provenientes del consumismo puro, pero que sin duda, el andar en Limusina por la ciudad, genera, por lo menos la circulación de dineros, donde gracias a placeres mundanos genera una economía que hace por lo menos algunos años, ver este tipo de diversiones no cabía más que en el imaginario de las películas americanas, y en algunas anécdotas de las personas que podían viajar al país vecino.
Me parece, que resulta oportuno a partir de este estampado preguntarnos si con este tipo de diversiones, ¿Qué valores estamos mandando a nuestros niños y adolescentes?, los padres tienen una enorme responsabilidad en ello.
Dejando las respuestas a nuestros queridos lectores, regreso a la fábula de las abejas, en ella nos dicen, que los vicios de los particulares contribuyen a la felicidad pública; y la felicidad pública causa el bienestar de los particulares, y así con esta forma de divertir a los niños y adolescentes, andar por la ciudad escuchando música, quizás valga la pena, el reflexionarnos si esta forma de diversión es la propicia para formarlos, o bien, quizás parafraseando la fábula que comentamos, el día de mañana, si llegaran a ser médicos, valoraran la riqueza y la fama más que la salud del paciente marchito o su propia pericia, no queda claro, que formas de divertir a las nuevas generaciones puedan servir a formar a las nuevas generaciones.
Por: Omar Williams López Ovalle